8.Dulce

-Maretta-

 Entró cerrando la puerta principal de un portazo y lanzó la mochila al suelo. No había sido un buen día. Para empezar el autobús anterior al suyo se había estropeado y llegó a la universidad en uno abarrotado de gente y con la calefacción a toda potencia. Sudando y sintiéndose sucia llegó a la primera clase, en la que habían pedido un trabajo que ella pensaba que era para la siguiente semana, y para colmo había suspendido el examen del que había salido tan contenta. 

   -¿Hay alguien?- preguntó subiendo las escaleras. No, estaba sóla en la Residencia. 

   Ya con el pijama puesto y calzando únicamente unos viejos calcetines desparejados, se dirigió a la cocina y abrió la nevera preguntándose qué podría cenar. Y allí estaba, un enorme pastel de fresas y natas. Ya estaba empezado, por lo que debía de haberlo preparado Mía para la comida. Sin poder contenerse se sirvió un enorme trozo que se desmoronó en el plato. La boca se le hacía agua. Cogió un baso de leche para acompañar y se sentó en la enorme mesa de la cocina. Tras unos segundos contemplando el postre, se llevó una primera cucharada a la boca. ¡Perfecto! Las fresas estaban dulces y deliciosas y el jugoso bizcocho junto con la nata se le deshizo en la boca. Disfrutó hasta el último pedazo y cuando hubo terminado se encontró sin darse cuenta de mucho mejor humor. Ya con otro ánimo recogió la mochila del suelo y subió a estudiar para los siguientes exámenes.