* * *
Milan rebuscaba entre una pila de apuntes cuando Jacob salió de su habitación. Únicamente vestía los pantalones del pijama e iba descalzo, y llevaba sus castaña cabellera revuelta. Dando un largo bostezo y sin percatarse de su presencia, se dirigió directamente a la nevera. Canturreando sacó el cartón de leche y rebuscó entre los cacharros hasta dar con su taza preferida. Mientras se echaba el azúcar (tres cucharadas,como siempre), observó por la puerta de la terraza el soleado cielo y sonrió mientras bebía. Desde el sillón en el que se encontraba, Milan podía verle de espaldas junto a la cristalera. En esos momentos un rayo de sol le daba de costado, resaltando su tatuado brazo y hombro sobre la clara piel. Alto, con los músculos de la espalda bien marcados, su estrecha cintura... En ese momento se volvió y le vio. Sonriendo se acercó a la zona de estar y se dejó caer en el sofá cogiendo el mando de la tele.-Se te ve muy animado hoy- le dijo Milán recostándose mientras se quitaba las gafas y las dejaba sobre un libro.
-Se han acabado los exámenes, empiezan las vacaciones, hace sol y no tengo resaca, ¡qué más se le puede pedir a la vida!- exclamó Jacob mientras se tumbaba y ponía la tele. Entonces levantó la vista y le miró de arriba a abajo- ¡En cambio tú tienes un aspecto horrible!
-¡No todos tenemos tu enorme suerte!- y en un momento de descuido le quitó el mando y apagó la tele.- Aún me queda un examen,¿recuerdas? Me he pasado toda la noche y la mañana estudiando, sólo me quedan un par de horas para poder repasar.
-¡Cierto! Tú terminabas el jueves por la tarde...¿Sólo dos horas para repasar?¿Pero que hora és?
-Las 4, has dormido toda la mañana...
-¡Ostia, me voy a la ducha, que he quedado!
Milan volvió a concentrarse en los libros y no salió de su mundo hasta que mucho rato después oyó que le nombraban.
-¡Milan, que te estoy hablando!-Jacob le hablaba desde la puerta, a punto de marcharse.
-¿Qué?
-Que me esperes cuando termines el examen, que vamos a celebrar que tú también has terminado.
-Eh, vale...- contestó Milan sorprendido. En los seis meses que llevaban compartiendo piso, y aunque se llevaban muy bien, nunca habían salido juntos. Cada uno tenía su propio grupo de amigos y a los suyos apenas ni los conocía.- Pero,¿no has quedado esta noche?
-Me los puedo quitar de encima cuando quiera. Además, necesitarás unos tragos para olvidar el futuro suspenso...- y esquivando un cojín salió corriendo del piso. -¡No lo olvides!
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